Día 3. Etosha – Walvisbay, Namibia
Largo día de carretera. Paramos a comer en un bar de carretera para comer algo rápido y continuar hacia Swakopmund. Llegamos justo antes del atardecer. Swakopmund es una ciudad de estilo arquitectónico alemán, parecerá que estas en Europa cuando camines por sus calles. Aquí casi siempre hace muchísimo viento. Nuestra primera parada fue su famoso puente. Allí pudimos admirar la fuerza del océano atlántico. Había muchísimo viento. Desde él pudimos ver como sorteaba las olas un león marino. Cerca de aquí, en Cape Cross, está una de las colonias más grande de leones marinos en Namibia. Nosotros no pudimos acercarnos por falta de tiempo.
Después pusimos rumbo a Walvisbay y por el camino disfrutamos de una impresionante carretera con dunas muy altas a un lado, y un mar bravo al otro. Esta fuerza del mar generaba una bruma que le daba un toque mágico y fantasmal al paisaje. Es una pasada, y esta panorámica nos iba anunciando las maravillas que esconde el desierto del Namib.
Vimos atardecer desde la laguna de los flamencos. Disfrutamos de los colores y de estos elegantes animales. Ese día cenamos en Flamingos villages, un restaurante muy elegante con grandes cristaleras que tienen vistas a la laguna directamente. Protegidos del viento pudimos disfrutar de las últimas horas de luz, observando como los flamencos rebuscaban su alimento en el fango de la laguna.
Nos alojamos en Tavawa Luxury Suites, una casa súper amplia, un poco alejada del centro, pero con parking incluido. Reservamos a través de Booking. Descansamos en los sofás, mientras bebíamos cervezas y nos reíamos como locos, preparábamos una sorpresa a Fanuel, nuestro guía, pues al día siguiente era su cumpleaños y queríamos que tuviera un día especial.
Día 4 Walvis Bay – Sesriem
Amaneció un día precioso. Sin viento. Nos quedamos embobados mirando flamencos una vez más. Esta mañana había muchísimos más que el día anterior. ¡Nunca había visto tantos flamencos juntos! Desayunamos en Vloois nest, una cafetería que os recomiendo mucho. Estaba todo buenísimo, tiene mucho encanto, la decoración cuidada al detalle, y tienen gran variedad de desayunos dulces y salados.
Y empezamos la ruta hacia el desierto. Poco a poco el paisaje iba cambiando.
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