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Lo mejor de Pamukkale, un imprescindible de Turquía

Travertinas al atardecer

Pamukkale, montaña de algodón en turco, también conocida como castillo de algodón. Está formada por agua muy rica en calcio que durante miles de años se fue solidificando dando este aspecto de algodón esponjoso debido a su apariencia blanca y brillante.

Travertinas

Esta zona está situada encima de una falla que además de aportar los minerales que han conformado el paisaje, también emana agua caliente. Esto llevó la fama a la ciudad desde la época romana, siendo Hierápolis, una ciudad sagrada, donde llegaban personas de todo el imperio romano. Y no era para menos… en ella se encontraban las mismísimas puertas del inframundo.

En el punto donde emana el agua caliente, hay una cueva dónde sólo los sacerdotes elegidos podían entrar sin perder la vida. Aquí se hacían sacrificios, y morían dentro de la cueva toros y pájaros, los sacerdotes al no perder la vida, demostraban su poder con la muerte.

Esto hizo muy famosa a la ciudad y se sabe que fue un lugar muy visitado y se consideraba sagrado. Hoy sabemos que en esta zona se encuentra en una falla y que además de agua termal caliente y rica en bicarbonato cálcico, también se quedaban atrapadas grandes bolsas de CO2 en la cueva que envenenaban a estos animales y a todos aquellos que entraban y no levantaban bien la cabeza para aprovechar el oxígeno que les quedaba solo en la parte más alta de la cueva.Piscina de Cleopatra

Por otro lado, al estar situada encima de una falla ha sufrido varios terremotos a lo largo de la historia. Algunos devastando la ciudad por completo. El origen de la piscina de Cleopatra, que podéis disfrutar en lo alto de Hierápolis, fue gracias a uno de estos terremotos.

La piscina antigua, o de Cleopatra (porque se cree que Cleopatra nadó en esta piscina), es muy especial. Es una piscina de aguas termales, la temperatura ronda los 35°, dónde podrás nadar entre columnas verdaderas de la antigua ciudad.

El recinto es enorme y te aconsejo que le dediques un día completo, porque merece la pena.

Día 6. Capadoccia – Pamukkale, Turquía

Este día fue dedicado a viajar para cambiar de destino básicamente. Volamos desde Capadocia, Kayseri, hasta Izmir. Donde alquilamos otro coche. Esta vez con boycar. También a través de rental car.

La oficina estaba en la zona del aeropuerto internacional, pero esta vez llegar fue mucho más sencillo (lo normal).

Recogimos el coche y nos pusimos rumbo a Pamukkale. Son unas 3 horas de viaje. Paramos por el camino a comer en un bar de carretera, que aparecía en google maps, Altıpramit Restoran. Comimos el menú del día con dos platos (arroz y pollo) por muy poco dinero. Muy rico y más local imposible.

Llegamos a Pamukkale para ver el atardecer y los preciosos colores rojizos con los que se tiñe la montaña de algodón. Fue una bienvenida perfecta.

En esta zona los restaurantes son bastante más baratos que en Estambul y Capadocia.

Nuestro hotel en Pamukkale estaba muy bien, fue uno de los mejores del viaje. Venus Suite hotel. Un trato super amable y cercano, explicándonos todos los detalles del hotel y de la zona.

Aquí, también es común disfrutar de paseos en globos. Y no dudamos en preguntar si volarían al día siguiente, y nos confirmaron que ¡sí!

Entrada baja Pamukkale con globos

Día 7. El castillo de Algodón. 

Madrugamos para ver como volaban los globos sobre la montaña blanca. Sobre las 7 y poco empiezan a despegar. Los vimos desde el parque que está al lado de la entrada. Y después, desde la misma cuesta de la entrada para verlos desde otra perspectiva.

A las 8:30 abren el parque. La entrada cuesta unos 10€ y puedes pagar en efectivo o con tarjeta.  Hay varias puertas, las principales son la puerta Sur (que esta abajo, en el pueblo) y la puerta Norte, en la cima de la montaña y necesitarás un taxi o «shuttle» para llegar. Nuestro hotel lo ofrecía gratis, pero había que reservar). Después de darle muchas vueltas (puedes hacerlo de arriba-abajo o abajo-arriba), la idea que nos gustó más, y la que os recomiendo si tenéis todo el día, fue empezar por abajo, subir al amanecer, cuando abren el parque, y al final del día, con el atardecer, volver a bajar. Así disfrutaras de este peculiar paisaje dos veces. Eso sí, llevad calzado cómodo porque vais a caminar bastante.

Es un recinto enorme, donde puedes pasar el día entero si tienes tiempo. No vimos ningún mapa más allá de algunos carteles que hay en el recinto, pero es muy fácil orientarse.

Para subir la montaña de algodón tienes que hacerlo descalzo, es una manera de cuidar lo máximo posible la piedra. Es una textura a veces muy incómoda porque se clava la roca, pero la mayoría del camino se hace bien. Al contrario de lo que parece, no resbala nada, a pesar de fluir agua constantemente por algunas zonas.
Canales calientes en pamukkale

La piedra a esas horas de la mañana está bastante fría, y las piscinas también. Solo hay unos pequeños canales donde el agua sigue fluyendo bien caliente. Aprovéchalos porque agradecerás meter los pies. En la parte más alta de la montaña, hay algunas zonas más rojizas, ten cuidado, porque ahí sí que resbala.

Es un sitio precioso. Da pena ver que algunas de las piscinas no tienen agua debido a las «grandes» ideas del ser humano y su forma de capitalizar aún más la naturaleza. Desviaron parte del agua de la montaña a zonas hoteleras privadas. Por suerte, hoy en día es patrimonio de la Unesco, y está bien protegido.

Otras de las terrazas se secaron debido a algunos terremotos, pero dieron vida a otras. Es un sitio que parece irreal, sacado de un cuento de hadas. Había leído tantas veces que es un sitio que decepciona que me lo esperaba mucho peor, y a pesar de tener muchas terrazas/travertinas secas, se nota la gran belleza de su pasado y la que aún conserva. A mi personalmente, me encantó visitarlo, ya que es un lugar único.

Una vez conquistada la montaña de algodón toca ver toda la parte de ruinas de la época romana/bizantina. La ciudad de Hierápolis. Según subes la montaña, si pasas un poco los primeros puestos verás un mapa y si vas hacia la izda del mapa, te acercaras a la calzada real, flanqueada por columnas a ambos lados. Conectado dos puertas de la ciudad de diferentes épocas y estilos.

Calzada real Hierapolis

Caminando por esta zona podrás ver la necrópolis, los baños públicos que estaban extramuros de la ciudad, ya que esta ciudad se considera una ciudad sagrada, por sus aguas termales de pureza y su entrada al inframundo.

Caminando por la calzada veréis carteles con información sobre lo que queda de una catedral, letrinas…  y volviendo al inicio de la calzada y dirigiéndote hacia la parte más alta, podrás ver el impresionante teatro. Es enorme con su doble altura, con capacidad para unas 20mil personas y su imponente escenario. Nos sentamos a descansar y admirarlo mientras leíamos información sobre él. La acústica es impresionante y lo comprobamos cuando varios grupos de turistas daban palmas para demostrarlo animados por sus guías.

Teatro de Hierapolis

Si continúas ascendiendo dejando el teatro atrás, te encontrarás con las ruinas de un templo dedicado a San Felipe, uno de los 12 apóstoles de Jesús, que fue martirizado en esta ciudad.

Si empiezas a bajar te encontrarás con los restos de un impresionante templo dedicado a Apolo, pero lo que más llama la atención, sin duda, es un río burbujeante, con una estatua de Plutón (Hades para los griegos) acompañado de Cancerbero, el perro guardián de 3 cabezas. Esta cueva, de la que emanaba el agua caliente y termal, se consideraban la entrada al inframundo. Aquí se hacían sacrificios y morían dentro toros y pájaros. Esto hizo muy famosa a la ciudad y se sabe que fue un lugar muy visitado y considerado sagrado.

Pliton y las puertas del inframundo

Cuando nos entró hambre decidimos ir hacia la piscina de Cleopatra ya que hay un restaurante allí. No es lo más económico, pero te permite pasar allí todo el día. Nos comimos 3 hamburguesas con queso y patatas por 35€.
Piscina de Cleopatra

Después de comer y reposar un poco fuimos a comprar nuestros tickets para entrar en la piscina. La piscina de Coleopatra se formó debido a varios terremotos que hicieron caer estructuras y columnas en una zona baja de la ciudad. Esta zona se llenó también del agua termal que emana de la montaña dejando todo sumergido.

Entrar en la zona de la piscina y admirar sus ruinas sumergidas es gratis. El baño cuesta 8€. Cuando fuimos no había mucha gente y nos apetecía probar el agua caliente.

La piscina tiene una temperatura de unos 35°, pero si te acercas a uno de los salientes que tiene a la derecha, pasando un puente, llegas a una zona donde ya no puedes avanzar más, ahí, está notablemente más caliente y te llenas de burbujas por todo el cuerpo super rápido. Descansar recostados en columnas y con agua caliente fue genial. El agua es muy cristalina pero tiene pequeñas algas que te dejan una textura jabonosa en la piel. Estuvimos en el agua una hora, hasta arrugarnos bien. La piscina cuenta con una zona de duchas (aquí sólo hay agua fría) y cambiadores.

Nos cambiamos y nos dirigimos a uno de los miradores para ver el atardecer. La verdad es que este punto del día es el mejor para admirar la montaña de algodón ya que el sol queda enfrente de la ladera y tiñe todo de bonitos colores anaranjados y rosados, dándole una calidez que contrasta con el frío blanco y azul de la montaña. Cuando quedaba poco de luz, comenzamos a bajar la montaña. Estaba preciosa, pero descalzarnos y bajar caminando por el agua tan fría otra vez, no fue tan agradable. Aún así, merece la pena.

Atardecer en las travertinas

Después de un día tan completo sólo queríamos llegar a casa, ducharnos y descansar. Pedimos pasta para llevar en un puesto para no tener que salir del hotel.

retrato en la biblioteca de Celso

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2 comentarios en «Lo mejor de Pamukkale, un imprescindible de Turquía»

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